Friday, September 15, 2017

DAYUM.


DUCKWORTH.

Fui criada un suburbio donde sembrando plantas era un pasatiempo para las unemployed housewives. Cuando las matas de fresa se llenaban de fruta al principio del verano Minnesotanese, las unemployed housewives llenaban funditas de Ziplock EZ-Close™ y las repartían a los vecinos. Era un sentido tierno que ellas regalen algo que hicieron con sus propias manos. Pero se no había lluvia, la tierra no llevaba los suficientes nutrientes o los muchachos del barrio robaban la fruta dulce de su jardín — no se apurre, vaya para Cub Foods y cómprese una vaina de fresas DOLE. Se tú jardín, tú experimento, tú pasatiempo no tenía éxito — no hace na’.
Los jardines del suburbio eran un lujo, un oficio agradable que daba sentido a las vidas de los unemployed housewives. Era una manera para educar a sus hijos que las frutas no son facturadas en una fábrica. Maybe throw in a lesson on photosynthesis.

LUST.

Desde mi suburbio seguro, yo fui a universidad y pasé un año trabajando para el colegio de agricultura. Fue aquí donde la agricultura se convirtió en una competición. The most yields, the best taste, the fastest growth and the biggest fruits. El campo fue un viaje fácil de 15 minutos en carro, fue plano, fue organizada en hileras y había todo disponible de mano de obra, de las herramientas, de los vehículos, y de los consultorios de unos de los profes más adelante en su pensamiento agricultor en el mundo. Todo disponible para lograr cualquier meta y para tener the most excellent excelencia.

GOD.

Cut scene from my beige jungle of manicured suburbanite lawns and perfectly measured quest for ag knowledge to the oft-forgotten Caribbean mountainside. Aquí se sigue la luna poiche es el dios del agua. Ella regla la onda del océano y el ritmo del agua dentro de las plantas. Aquí sigue los consejos de tu bisabuelo que trabajó en la mi´ma tierra. Ore a dios cada noche que mañana haya lo suficiente agua para que crezca fuerte tu cosecha. Ore a dios que no haya demasiada agua que se pudran tus víveres, tu vida, la vida de tu familia, de tu comunidad, allá debajo de la tierra.
 Ver lo que hace mi don, the víveres farmer, cambió mi pensamiento con respecto a la comida, la vida de los agricultores y la risky reality of poverty. Tu vida está apostada en el dicho “Si Dios Quiere”. He escuchado a mi don con lágrimas en los ojos la historia de su accidente en moto. Pasó dos meses con la mandíbula cerrada con alambre, acostao en la cama de su casa poiche no había cuarto para mantenerlo en el hospital. “Es por dios que sigo viviendo hoy día,” dice mi don. No podría actualizarse con el crecimiento de su paisela y arruinó la cosecha de todo el año. Pasaron un año de hambre.

HUMBLE.

Para conocer más sobre la vida de los agricultores, me levanté un día a las 5:45 de la mañana para acompañar a mi don, the víveres farmer, a la paisela. Él montó en moto y yo fui a esperar una guagua que por fortuna, pasa cada 15 minutos en horario. Me broché el cinturón de seguridad y me junté con él en la entrada de su paicela. Hicimos una subida steep-issimo lleno de lodo, piedras resbalosas, plantas con espinas, cercas de alambre y a la misma vez evitando las raíces de los árboles. Su paisela no fue organizado en hileras y las únicas herramientas que tenía disponibles eran su cuerpo, su querido machete y la oración a Dios que recitó cada mañana. Su paisela fue una colección de plantas y víveres hod-podged together like a grandmother’s quilt drapped over a green mountainside. La meta de mi don no fue de tener los víveres más bonitos o de tener las frutas más grandes. A él no le importa tener la paisela más excelente en toda la comunidad. A él le importa tener lo suficiente. Sobrevivir.
 Mi don es un hombre pequeño que pesa más o menos 90 libras. Cuando lo vi por la primera vez, pensé que era un viejito flaquito que no podría ni si quiera levantar un palo. Cuando lo vi saliendo del baño en una toalla por la primera vez, me asustó. “¡Guau, pero tiene el cuerpazo de un 20-y-pico,” pensé definitely in my head and not out loud because that’s weird. Pasamos un día entera saliendo, bajando, brincando, paleando y chapeando. Al fin del día mi don y yo no podíamos ni levantarnos del mueble. Y como las unemployed housewives de mi tierra before me, I felt fulfilled. I was good. I have money. I’ll have food. El próximo día lo pasé acostada en mi cama. Mi don, the víveres farmer, se levantó otra vez a las 5:45 de la mañana, montó en su moto y volvió a trabajar en su paisela.